Archive for the ‘Árboles y plantas’ Category
AL OTOÑO (2): LLANTO POR UNA ALAMEDA
Posted in Árboles y plantas, Castellanoandantes, Reflexiones, tagged álamos, Epicúreos, Quintana del Pidio on 24 septiembre, 2012| Leave a Comment »
Tardes soleadas de septiembre
Posted in Armonía, Árboles y plantas, Castellanoandantes on 27 septiembre, 2010| Leave a Comment »
Cuando las tardes soleadas de septiembre anunciaban la llegada del otoño, la estación más hermosa en la comarca, el otoño en la Ribera, como dice un poeta de estas tierras:
Es tibio y delicado, se incendian los chopos, mientras nogales y cerezos esconden la liturgia aromática de todo lo que muere. En mimbreras se refugia la plenitud iluminada. Los membrillos, más tarde, guardarán en desvanes la luz que capturaron. Los chopos recuperan su dimensión de lanza y de retablo y se revisten del oro viejo de las letras miniadas y refulgen como los candelabros. (Pascual Izquierdo)
El otoño es la estación en la que el campo nos deleita y nos sorprende con sus luces, tonos, colores, irisaciones y matices más diversos. El cromatismo de los chopos y las vides deslumbra nuestra retina. El perfume que desprenden el tomillo, la salvia, el espliego o el romero, impregna nuestros paseos al atardecer por cualquier camino o senda de estas tierras. Las viñas diseminadas por pequeños declives, tendidas a la solana de los atardeceres cálidos que invitan al paseo silencioso, tan sólo roto momentáneamente por el canto de una perdiz, senderos y caminos bordeados de viñedos dorados por el sol… (Cuadernnos del Salegar: La vendimia)
Las encinas/1
Posted in Árboles y plantas, Del campo..., tagged Casa Molleda, encinas, Pejanda, Polaciones on 15 julio, 2010| Leave a Comment »
Entre la gran variedad de árboles y arbustos que he plantado y de los que disfruto tengo una deuda pendiente con los “quercus”. Siento una predilección especial por las encinas y los robles.
Me han regalado un plantón de encina y tenía otro de roble que traje el verano pasado del valle de Polaciones, un regalo de Quique, de Casa Molleda (Pejanda)
Ambos, roble y encina, me he decidido a transplantarlos esta temporada y ubicarlos directamente en la tierra del jardín. Pero sé que, a pesar de ser dos de los árboles que más quiero, tendrán que pasar, al menos, dos generaciones para que otras personas los disfruten. Tiempos tan diferentes, el suyo y el nuestro, pero, a pesar de vivir rodeado de un entorno con bosques de robles y encinas, no he dudado en plantar estos dos árboles que vivirán en plenitud cuando nuestro tiempo será ya otro tan distinto al de este roble y al de esta encina.
El almez y las almárcigas
Posted in Árboles y plantas, Del campo..., tagged almárcigas. Cañizar, almez, Cobisa on 30 junio, 2010| 13 Comments »
Entre los árboles de mi jardín destacan dos almeces que con los años se van desarrollando y destacando entre la variedad de árboles y arbustos que conforman el entorno natural en el que me refugio. El almez no es un árbol autóctono ni habitual en estas tierras, pero la historia de estos dos almeces es singular. Llegaron a mi jardín desde Cañizar (Guadalajara), fue hace seis inviernos. En una agenda del año 2004 tengo anotado que el 16 de febrero planté los dos almeces. Unos amigos tuvieron que buscarlos una salida dentro del espacio reducido de su jardín, donde ya no tenían cabida, vegetativamente hablando, entre otros arbustos, árboles ornamentales y frutales. Pero la historia de estos dos almeces comienza algunos años antes: son “hijos” de uno de los árboles más simbólicos y emblemáticos del Jardín Botánico de Madrid.
Montse fue quien plantó directamente los almeces, en Cañizar, con semillas del Botánico. Ella me lo cuenta así:
Sí. Zan era pequeña, como tres o cuatro años. Fuimos al Botánico, había una exposición de algo; de setas, quizás. Y yo, que como bien sabes, soy robasemillas irreverente y confesa, fui recogiendo unas cuantas, de laureles y almeces, sobre todo. Recuerdo los cartelitos; algunos puestos en los árboles: «prohibido coger semillas». Pero como las que yo recogí estaban todas en el suelo, me pareció entender que el cartelillo no iba con ellas…
No las planté enseguida, pero un día me dio la ventolera y las planté todas de un golpe.
El caso es que mucho tiempo después nació algo. Y aquello empezó a parecer un arbolillo. Y entonces me fui a buscar un libro sobre árboles. Por el color y la forma de las hojas, me pareció un almez. Pero ni idea de dónde había venido. Recuerda que al olmo lo trajo el viento.
Meses después encontré una nota en el desván en la que yo misma había escrito, pero ni me acordaba, que al lado de las canales había plantado semillas de almez. También nacieron laureles. No sé qué tiene ese laurel, pero el arroz blanco sabe muchísimo mejor. Eso dice Zan, que es a quien le toca salir al huerto.
Pero mi relación con los almeces va más allá. Los descubrí en mi etapa por tierras de Toledo y se convirtieron en unos árboles simbólicos para mi vida. En mi recuerdo y memoria figuran los datos que dan título a esta entrada: “El almez y las almárcigas”. Ahora he tratado de buscar en diccionarios y guías el nombre de su fruto y no he encontrado por ningún lado el que desde aquella etapa en Toledo siempre había asociado con el almez: las almárcigas, así es como me dijo que se llamaban esos pequeños frutos el que por entonces era el alguacil del ayuntamiento de Cobisa (Toledo) y cuyo nombre ahora no recuerdo aunque sí su apodo coloquial y familiar “el Moreno”.
El almez puede vivir hasta 600 años y alcanzar los 30 m de altura. El fruto, de forma redonda y del tamaño del guisante, es comestible. Florece en primavera y fructifica en otoño. El Real Jardín Botánico posee una de las mejores colecciones de almeces de Madrid. Los ejemplares centenarios como éste, datan de la primera época del Jardín.
Su madera ha sido tradicionalmente utilizada para la fabricación de aperos de labranza y mangos de herramientas, es buena para quemar y fabricar carbón. Además, ha sido cultivado desde la Antigüedad clásica por sus características ornamentales, y desde el siglo XVIII es típico en jardines y parques. En la actualidad, se sigue usando en plazas y paseos como árbol de sombra, por su monumentalidad y belleza.
Actualizo este post con los datos que aporta un comentarista de esta entrada «jotace». como indica en su comentario y en el enlace:
En un pueblo llamado Jarafuel aún subsiste una pequeña economía con base en este árbol
UN JARDÍN EN LA PUEBLA
Posted in Árboles y plantas, Del campo..., Literaria, tagged árbol del paraíso, La Puebla de Montalbán on 16 junio, 2010| Leave a Comment »
Rebeca se encontraba sola en el patio de la casa, sentada en un banco de piedra bajo la sombra del viejo cinamomo, junto a ella la vihuela que perteneciera a Bernardino de Almonacid, su pariente; las clases de música llenaban una gran parte de su vida y de su mundo interior. Entre sus manos guardaba una carta que le entregara Fernando la tarde anterior y que acababa de volver a leer:
¡Si quisiera seguirme la aurora con la brisa
que besa la boca de ella y balancea su cuerpo!
¡Si las nubes quisieran llevarle mi saludo!
Entonces, al igual que su talle, su duro corazón oscilaría.
¡Oh gacela, que eligió colocar su morada sobre la Osa Mayor,
ten compasión de quien hasta la Osa Mayor volaría!
Contemplaba el discurrir del agua desde la fuente hasta el pequeño estanque rodeado de celindos y jazmines blancos, el olor suave de los mirtos y el penetrante aroma de las flores de un árbol del paraíso impregnaba todo el jardín. (En el caz del molino)
De Toledo son también los aromas que guardo sobre el árbol del paraíso. Quizás, para no olvidar los olores de aquellas noches cálidas de junio decidí plantar un árbol del paraíso a mi regreso a tierras castellanas. En estas tierras y en estas noches de mediados de junio he comprobado que también se intensifica su perfume, un perfume que inunda todo el jardín. Con la frescura de la noche sus flores amarillas, diminutas, impregnan e inundan el aire con su perfume intenso y penetrante a vainilla y limón a la vez que nos invitan a pasear por todo el jardín.